Sacar el mantel de navidad unos días antes para que se estire y no huela a húmedo. Preparar los cubiertos finos con servilletas seguramente escogidas para la navidad. Planificar el centro de mesa. ¿Serán pascuas o un chiribisco dorado con flores frescas? Unas bombas de navidad para darle color y vida y complementar el aroma con unas ramitas de pinabete (de cultivo responsable, claro está). Si te pones exquisito, luges de navidad LED, de baterías para que no se vea el cable.

Es lindo ver cómo reconocen a tus amigos, mentores y clientes.

La semana pasada tuve la oportunidad, a través de mi participación en Wa'Ik de asistir a la semana de premiación de 50 Best Restaurants de Latinoamérica.

De nuestros platillos típicos, el más polarizador es el fiambre. Está el equipo que lo empieza a preparar una semana antes, que hace intercambio con vecinos, amigos y hasta perfectos desconocidos. Se pasan todo el año esperándolo y cuando finalmente llega, la primera semana de noviembre se alimenta exclusivamente con él…

Dentro de las fuerzas que nos dirigen como seres humanos, pienso que una de las más potentes es la nostalgia. Tenemos la capacidad de filtrar los recuerdos que atesoramos para que las cosas lindas sean las que tienen valor.

La comida es el gran ecualizador. Es difícil pensar en cualquier tipo de comida que no implique compartir. La cafetería de la empresa y la cena familiar. Sentarse en un mercado o en los shucos. El famoso “family meal” de un restaurante o una cena de cumpleaños en casa.