sal.gt#62/#63 - Amor/Odio: Odio

All the rocket ships are climbing through the sky The holy books are open wide
The doctors working day and night
But they’ll never ever find that cure for love There ain’t no drink no drug
There’s nothing pure enough to be a cure for love
— Leonard Cohen

De nuestros platillos típicos, el más polarizador es el fiambre. Está el equipo que lo empieza a preparar una semana antes, que hace intercambio con vecinos, amigos y hasta perfectos desconocidos. Se pasan todo el año esperándolo y cuando finalmente llega, la primera semana de noviembre se alimenta exclusivamente con él. Guardan un poco congelado para compartir con la familia en el extranjero cuando finalmente haya un reencuentro (o para degustar a escondidas semanas después!). Este generalmente está compuesto de chapines que tuvieron el privilegio de crecer con él y lo sazonan con una buena dosis de nostalgia.

Está el otro equipo. El que piensa que el fiambre es una aberración gastronómica, algo totalmente incomprensible y que básicamente no debería existir. Este, generalmente está compuesto por personas que no crecieron con él, que lo probaron de una muy mala fuente y en muchos casos, por extranjeros.

Suelo llamar el primero de noviembre el “thanksgiving guatemalteco”. El único día del año en el que hay una tradición gastronómica empapada de fervor y gula. Sin importar a qué bando pertenezcas, es de los pocos días que realmente nos reunimos en familia con el fin de comer. La mesa de fiambre, los postres (torrejas para mi!) y la caja de pizza para los del segundo bando.

Amas el fiambre o lo odias. En palabras de Leonard Cohen, “no hay cura para el amor”. Afortunadamente la hay para el odio.

Peter Meng

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