Sal Charcutería #99 - La Cosecha
“Well, it’s a marvelous night for a moondance
With the stars up above in your eyes
A fantabulous night to make romance
’Neath the cover of October skies
And all the leaves on the trees are falling
To the sound of the breezes that blow”
Celebrar la cosecha fuera del trópico es algo muy común. Después de todo, el bienestar de la comunidad depende de lo que se recoge durante el año. Septiembre marca el inicio con la luna llena más cerca del equinoccio de otoño, la Luna de la Cosecha. Luego sigue una fila de festividades que hemos incorporado a la vida moderna tales como el Oktoberfest, Thanksgiving, el Día de Muertos, el Día de Todos los Santos y Halloween, aunque no sabemos por qué ni tampoco nos preguntamos qué estamos festejando.
Hoy en día, el aumento en la productividad agrícola y el sistema logístico mundial nos han desconectado de la actividad de la cosecha, pero aún dependemos de ella, no importa si la recibe alguien más, al otro lado del mundo.
La sabrosura está en la naturaleza y la cosecha es su máxima expresión. Está en lo que la tierra nos regala, en lo que la lluvia riega por nosotros. En las semillas que nuestros ancestros domesticaron y brotaron en granos, en los animales que el pasto engordó. En las flores de la primavera que se transforman en fruta dulce y la sal que el sol secó durante el verano.
El baile, la música, la comida, los disfraces y la hermandad. Las luces y las fogatas que aparecen cuando los días se hacen más cortos. Regalar dulces, tomar la cerveza que se preparó con los primeros granos de la temporada, pero que pasó meses fermentando; el pavo gordito que se acompaña con los últimos vegetales cosechados. El cerdito que cuidamos con cariño y luego se convierte en charcutería. Cuando hay abundancia, nos gusta celebrar, compartir y agradecer. El universo nos sonríe y hacemos lo posible por sonreírle de vuelta.
Los dioses a los que agradecemos han tenido muchos nombres a lo largo de la historia, pero los seres humanos que estamos detrás de ello somos los mismos. Hemos agregado algo de tecnología y cambiado nuestros hábitos dos factores que nos alejan aún más de la madre naturaleza.
En tiempos de aparente riqueza como los que vivimos, es muy fácil olvidar los sacrificios y rituales que nuestros ancestros hicieron en época de vacas flacas. Más de uno jugó a la danza de la lluvia de pequeño sin ser consciente de lo frágil que es nuestro sistema de alimentos.
¡Que las celebraciones de la cosecha sean una forma más de agradecer todo lo que ocurre para que la comida llegue a nuestra mesa!