Sal Charcutería #98 - Jugando con la comida

No hay tiempo
‘Pa calentar ‘e caldo
Yo e hambre
Tengo que calentar algo
Saco una del refrigerador
Y le encajo mi tenedor
— - É Arenas - Winnie Quemao

Cuando comíamos chino en casa, la comida comenzaba con un bol de arroz blanco al vapor. Sin sal ni otros condimentos, pero cuando tomabas un bocado de la bandeja giratoria al centro de la mesa, este pasaba dejando su huella sobre el arroz. Al final, el bol quedaba bañado con una proporción única de salsas, aceites y trocitos de comida que son, a mi punto de vista, el final feliz de la cena. Esa base de almidón existe claramente en otras culturas, por ejemplo, en Guatemala, pasar la tortilla para empujar el recado o colocarle parte de la comida como relleno tiene la misma función. Limpiar el plato con el pan al terminar de comer. Al hacer esto, estamos jugando con los alimentos de la mejor manera posible. Mezclamos sabores, texturas y entendemos nuestros sentidos mientras lo hacemos. Muchas de las reglas de etiqueta que nos enseñó mamá han ido pasando al desuso con los años y ¡para bien!

El hacer la comida divertida e interactiva es parte de los puntos de conexión que nos hace falta para ser más conscientes de lo que nos llevamos a la boca. La cocina es el único laboratorio al que tenemos acceso la mayoría de los seres humanos, y por esa razón no deberíamos desaprovechar la oportunidad de jugar. Jugar para apreciar, aprender y crear. Solo mientras comemos entendemos que formamos parte de un sistema global que trabaja especialmente para alimentarnos y hacernos felices. Apreciar al mismo tiempo el sitema local que nos permite tener productos únicos y frescos de temporada. Jugar en algún momento fue entender que esa cuchara con papilla que mamá acercaba a mi boca diciendo "ahí va el avión, el avión!" representaba, sin intención, una metáfora perfecta que describe la forma en que la comida llega a nuestras mesas.

Y mientras escribo esta última frase, me doy cuenta que mi mamá, la inventora del avioncito, me regañaría tiempo después por jugar con la comida. Una de esas contradicciones que ilustra cómo las reglas en la vida evolucionan a nuestro paso, pero eso es un tema para otro día.

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