Ideas e inspiración.
El mapa de sabor, aroma y textura que hicimos para uno de los productos de la edición 20 me hizo razonar un poco acerca de las ideas y en lo que logramos con ellas.
La creatividad no es un tren que te atropella dejando ideas lindas en el camino.
La creatividad es un proceso. Nace con una idea que aparece en nuestra mente, ya sea regurgitada de algo que vimos, inspirada por una situación vivida, por la necesidad o simplemente por la combinación momentánea de muchos factores distintos.
Esta idea es una semilla que alimentamos y vemos crecer, muchas veces en cuestión de segundos o en ocasiones durante años. Como las semillas de loto, que germinan después de estar más de mil años en estado latente, las podemos guardar en una gaveta mental y, cuando las querramos, ahí estarán. Esperando a que tengamos la herramientas y la experiencia necesaria para dejarlas evolucionar.
Hacer que las ideas se desarrollen y se expresen con el potencial que les vimos inicialmente es un proceso complejo que requiere de todo lo que nos ha llevado a ser quienes somos el día de hoy.
Nuestra experiencia nos ayuda a encontrar soluciones cuando las requerimos y a definir la ruta que seguiremos para convertir la inspiración en realidad.
Nuestras vivencias nos inyectan con ideas, combinaciones y elementos externos que enriquecen el proceso.
El conocimiento le dará bases técnicas a lo que estemos considerando para asegurarnos que todo funcione y para validar nuestras suposiciones.
La resilencia para llevar esta idea hasta el final será fundamental para no quedarnos atascados en ninguna etapa.
Estos cuatro factores son únicos en cada uno de nosotros por el simple hecho de que nadie ha vivido nuestra vida. Esto hará que una idea en las manos de diferentes personas dé resultados únicos, como marcados por distintas huellas digitales. Si a esto le sumamos la colaboración con otras personas el proceso se volverá mucho más rico y diverso; y es que, si la autarcía nos da la capacidad de reflexionar personalmente, la colaboración nos abre las puertas del mundo.
Escribamos nuestras ideas, por muy locas que sean, ya que más adelante puede que las hagamos florecer.
Seamos celosos de ellas, pero no descartemos que alguien pueda aportar algo a la mesa ni dejemos de aportar a la de alguien más, la simbiosis y la colaboración nos favorecen a todos.
Aprovechemos el conocimiento, la ciencia, la historia y el arte para inspirarnos y hacer crecer nuestras ideas, pero no nos enfrasquemos únicamente en nuestro conocimiento, nuestra ciencia, nuestra historia y nuestro arte. La inspiración puede estar donde menos la esperamos.